lunes, 19 de octubre de 2009

¿Dónde se inicia el tratamiento penitenciario...?

Tradicionalmente, los centros penales, las penitenciarías y demás instalaciones similares, son vistos por la sociedad como el lugar para concentrar antisociales, esos seres que de una u otra forma han causado daño, perjuicio o temor a sus congéneres por la comisión de hechos delictivos. En esta línea de pensamiento, los centros son concebidos en el imaginario popular, como de igual esencia que los asilos que antaño alojaban a los enfermos mentales.
Modernamente, se considera que los centros penales o penitenciarios son espacios acondicionados para el alojamiento preventivo de personas en conflicto con la Ley o para el cumplimiento de penas impuestas a esas mismas personas para resarcir daños inflingidos a individuos y a la sociedad misma.
En este sentido, los establecimientos penitenciarios deben reunir características especiales para facilitar el tratamiento, rehabilitación y reinserción social productiva de las personas en ellos confinados.
¿Dónde comienza el tratamiento penitenciario...?
La pregunta no es inoficiosa, sino consecuente con la necesidad de atención integral que se requiere. Los programas de tratamiento no ocurren en el vacío, sino en espacios en los que se dan cita los sujetos a ser tratados y los responsables de brindarles el tratamiento.
Con esta verdad de Perogrullo, pero necesaria, sostenemos que el tratamiento penitenciario comienza desde la concepción del sistema mismo y de las instalaciones en que conviven la población penitenciaria, los técnicos y profesionales responsables de su tratamiento y el personal de custodios responsables de la seguridad de todos...
No se puede evaluar ningún tipo de programa de intervención con privados de libertad, sin evaluar previa o conjuntamente, las condiciones en que los programas deben ejecutarse, un factor que muchos tendemos a olvidar.
A pesar de lo que muchos puedan pensar y objetar, las prisiones y los centros penitenciarios, deben contar con espacios adecuados, iluminados, ventilados, higiénicos y decorosos, con un ambiente "laboral" que favorezca la inclusión y la rehabilitación, como paso previo a la reinserción que, algunos teóricos actuales, sugieren que es inoperante porque ¿cómo se puede reinsertar lo que no ha estado insertado...?
Aunado al ambiente y el clima laboral, debemos atender también a la formación, capacitación, evaluación y actualización del personal a cargo del tratamiento, así como al desarrollo, evaluación y actualización de los programas generales o especializados que estarán dirigidos a los privados de libertad....
Sin importar que los programas sean desarrollados localmente o se importen como producto del intercambio de experiencias y buenas prácticas, todos ellos deberán estar fundamentados en la investigación científica y en  información veraz, coherente y pertinente con el propósito rehabilitador...
No podemos ni debemos, continuar con ensayo y error desistematizados, o peor aún, importando e impartiendo contenidos alejados o divorciados de las dinámicas criminales y delincuenciales de nuestros países...

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