sábado, 10 de octubre de 2009

Sistemas penitenciarios y penas alternativas en Iberoamérica

Autor(es): Benito Durá, Mauricio
Título: Sistemas penitenciarios y penas alternativas en Iberoamérica  
SubTítulo:Análisis a partir de la situación de la criminalidad y las políticas criminológicas
ISBN:9788498764253
Edición: 1ª 2009Páginas:   636Precio:   69.90 €uros   Peso:  1,100 Kgs.
Comentarios:   Edición bilingüe español-portugués
 
 

Reseña:Las cárceles se han utilizado para proteger a la comunidad, disuadir a los posibles infractores, exigir retribución y rehabilitar a los delincuentes. Sin embargo las condiciones de vida en muchas prisiones y los malos tratos que se producen no ofrecen la oportunidad para equilibrar esas funciones. Gran parte de los reclusos esperan juicio y las cárceles están llenas de pequeños delincuente, enfermos mentales, minorías objeto de discriminación y pobres. Además de tratarse de una importante cuestión de justicia, la reforma de las cárceles es un componente clave del marco de seguridad. Las prisiones no pueden controlar su entrada: reciben los resultados de las decisiones que se toman en otros ámbitos del sistema de que imparte justicia y seguridad. La cantidad y categoría de quienes están en prisión es el resultado de la interacción de la cultura, historia, política y situación socioeconómica, de la ley penal y de las decisiones de funcionarios de policía, fiscales y jueces. 
El objeto del presente trabajo es hacer un acercamiento a esta realidad abordando el tema de los sistemas penitenciarios y de las penas alternativas desde una óptica criminológica y de seguridad ciudadana que promueva su integración en las políticas nacionales de desarrollo y defensa de los derechos humanos. La articulación entre políticas sociales y de seguridad deben permitir un eficaz abordaje de la exclusión social, la violencia, la delincuencia y el desarrollo con equidad de las comunidades.

Indice:

I. Instrumentos internacionales y regionales de Derechos Humanos pertinentes 

1. Instrumentos Básicos de Derechos Humanos de Ámbito Universal
2. Instrumentos Básicos de Derechos Humanos de Ámbito Americano
3. Instrumentos Básicos de Derechos Humanos de Ámbito Europeo
4. Instrumentos Penitenciarios
5. Instrumentos Penitenciarios de Ámbito Latinoamericano
6. Instrumentos Penitenciarios de Ámbito Europeo
7. Un modelo de Derechos y Obligaciones para los Sistemas Penitenciarios Iberoamericanos

II. Seguridad ciudadana y política criminal: Aportes a la cohesión social 

1. Violencia y Criminalidad en América Latina
2. Pobreza en América Latina: aumento de la brecha social e incremento de la delincuencia
3. Tolerancia Cero: las «ventanas rotas» de Iberoamérica
4. Victimización de los jóvenes
5. «Maras» en Centroamérica: del abandono a la limpieza social

III. Políticas penitenciarias y sistemas penitenciarios en Iberoamérica 

1. Aproximación a la realidad penitenciaria Iberoamericana
2. Mujeres en Prisión
3. Grupos Especiales

4. Salud en prisión

5. Educación
6. Personal penitenciario y administración penitenciaria

IV. Penas alternativas 

1. ¿Crisis de las penas de prisión?

2. El costo de la pena de prisión

3. Penas alternativas y alternativas a la prisión
4. Penas alternativas y prisión preventivas
5. Tipos de penas alternativas
6. Penas alternativas y el miedo a lo nuevo
7. Buenas prácticas

V. Monitoreo de los centros penales 

1. Organismos Internacionales
2. ONG Internacionales
3. Organismos Regionales
4. Organismos Nacionales

VI. Conclusiones y recomendaciones

VII. Bibliografía y fuentes de referencia 

jueves, 8 de octubre de 2009

EN VEZ DE CÁRCELES, CENTROS DE REHABILITACIÓN

FUENTE: http://www.expresochiapas.com/noticias/analisis-a-fondo/8197-en-vez-de-carceles-centros-de-rehabilitacion.html

FRANCISCO GÓMEZ MAZA
 
ANÁLISIS A FONDO: EN VEZ DE CÁRCELES, CENTROS DE REHABILITACIÓN
 
Universidades del crimen, eso son los centros penitenciarios
Necesario, un replanteamiento de los conceptos de justicia
 
Los sistemas carcelarios han probado su rotundo fracaso. Todos. Las cárceles son universidades del crimen, con verdaderos maestros profesionales de las artes perversas del robo, del asesinato, del secuestro, de la extorsión, del comercio de las drogas, de la pedofilia, de la pederastia, de la homofobia etcétera. Los "criminales" entran y salen, entran y salen de la cárcel y cada vez más expertos. Cada liberación es una graduación y la criminalidad, de cualquier tipo, no sólo no decrece, sino que se incrementa exponencialmente. Muchas autoridades del sistema penitenciario colaboran con el crimen, unas inconscientemente, otras por corruptas.
Las cárceles valen un comino, no sirven para nada, son absolutamente inútiles y lo único que logran es absorber cantidades infinitas de dinero del erario, que podría dedicarse a inventar otros sistemas de integración del "criminal" a las buenas relaciones sociales. Los criminales son generalmente enfermos de la mente. La neurosis los invita, los provoca, los impulsa a cometer un acto ilegal, prohibido por la ley, considerado delito. No piensan ni actúan en estado consciente. Viven y actúan por instintos desbocados porque su vida se volvió ingobernable y la cordura no existe en su consciente. Es más, su consciente está destruido. Esta es la parte endógena de la criminalidad. Pero hay razones exógenas también. El entorno en el que vive un "criminal": la pobreza, la miseria material y espiritual. La necesidad de satisfacer, no sólo instintos, sino necesidades primarias como el alimento, el vestido, la casa, la salud. La pobreza es el mejor caldo de cultivo de los criminales. Y cualquier médico puede darme la razón. Es como el borracho que bebe por una alergia al alcohol y una compulsión por beberlo cotidianamente, con lo que llega a perder todo: dignidad, familia, propiedades y hasta la esperanza. Sólo es suficiente sustituir la palabra alcoholismo por neurosis; la palabra criminalidad, por neurosis.
Y en la coyuntura de la recesión económica – la pobreza se ha incrementado brutalmente, como lo ha reconocido el presidente Felipe Calderón -, la delincuencia, la común y la llamada organizada, en vez de reaccionar retrayéndose a los operativos policíaco militares, crece como los hongos, como aquellos personajitos simpáticos llamados Los Pitufos. Las autoridades detienen a un barón de la droga, por ejemplo, y salen en lugar de él, por así decirlo, cinco. Es una loca e inútil guerra que no tiene sentido, una banda sin fin. Y cientos de jóvenes son arrastrados, seducidos, provocados por la delincuencia y se convierten en vendedores de droga, en trasegadores de ellas, en sicarios. Hace algunos años, antes del "boom" del narcotráfico, en una ciudad meridional de la República Mexicana, un diario local realizó una encuesta entre niños y adolescentes acerca de sus ideales. La mayoría respondió que su meta era ser narco. Por qué. Porque los que se dedican a la siembra, cosecha, producción, trasiego, trasformación química de sustancias sicotrópicas viven como reyes, con dinero, harto dinero; automóviles de lujo; joyas de pedrería preciosa; mujeres bellas y sin escrúpulos.
Y además, con la ventaja de que generalmente cuentan con protección de autoridades corruptas, y si caen en la cárcel, ésta se convierte en su despacho para continuar controlando sus "negocios", con la complacencia de autoridades criminales también. Pero las razones del aumento del número de criminales habrá que buscarla tanto en el interior del individuo como en el ambiente en que sobrevive, y el que le rodea. La pobreza, la carencia de oportunidades de escolaridad, de no poder satisfacer las necesidades básicas, la miseria, empuja a muchos individuos a pasar a las filas del crimen organizado, o a cometer "delitos" por su propia cuenta y riesgo. Y en estos momentos, la crisis económica y el desempleo, como lo advirtió a medias Luis Genaro Vásquez, subprocurador de Averiguaciones Previas Desconcentradas de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ha impedido una reducción en la incidencia delictiva y ha generado más robos con violencia en la ciudad de México, por mencionar la zona que al funcionario corresponde.
La teoría integradora trata de dar una explicación al fenómeno de la delincuencia juvenil:
1. Biológicamente: la delincuencia no se hereda, pero ciertamente hay alguna inclinación física y biológica que favorece la disposición hacia la criminalidad combinado con:
2. Psicológicamente: los delincuentes presentan conflictos internos, en los cuales incluso se puede llegar a hablar de enfermedad (esquizofrenia por ejemplo).
3. Sociológicamente: también se puede dar ésta actitud por la combinación de las anteriores con el ambiente en que se encuentra el delincuente, con desigualdades sociales, o por racismo, o por desintegración familiar, además de la estigmatización que se le hace a ciertos jóvenes por el simple hecho de ser de otras etnias", por consumo de drogas y o alcohol. También la nefasta influencia de algunos programas de ciertos medios de comunicación o videojuegos que favorecen el crecimiento de la violencia.
En fin. Es absolutamente necesario e indispensable replantear los conceptos de justicia, tarea que es difícilmente comprensible para una sociedad que está integrada por individuos que vivimos a expensas de una conciencia que nos fue impuesta por la familia, por la escuela, por los sacerdotes, por los líderes políticos y menos por nosotros mismos. En la mente humana hay un griterío de todos que no deja escuchar lo que el individuo por sí mismo piensa o imagina, suponiendo que lograra vivir en un estado consciente. El falso concepto de propiedad nos lleva a pedir a gritos castigo ejemplar para el "ladrón", o pena de muerte para el secuestrador, o cárcel perpetua para el narcotraficante. No podemos darnos cuenta que, en el fondo de la criminalidad, hay una terrible enfermedad llamada neurosis. Por lo que, en vez de cárceles infrahumanas, que no sirven para nada, lo que deberíamos crear son centros de rehabilitación del individuo, mediante la asistencia de expertos en ciencias sicológicas: sicólogos, sicoanalistas, siquiatras, terapeutas profesionales, que coadyuven a que el "criminal" se reconozca a sí mismo, se encuentre a sí mismo, y logre su centro entre la razón y el eros. Ah, y remodelar el modelo de economía concentradora de la riqueza en muy pocas manos y creadora de legiones de pobres, que más temprano que tarde irán a engrosar las filas de la delincuencia.
Créalo o no, amigo lector. Pero todo lo que le he dicho es la pura neta.
http://analisisafondo.blogspot.com analisisafondo@gmail.com